Por años el vertedero de Duquesa ha sido e un dolor de cabeza para los dominicanos y una amenaza para su salud . A continuación compartimos de manera íntegra los planteamientos del experto en residuos sólidos Jorge Rizek sobre el vertedero de Duquesa.
«En abril de 2020 despertamos en medio de una pandemia que nos obligó a estar un mes completo bajo encierro en casa.
De repente, todos intranquilos en Santo Domingo, nos lanzamos de nuestras camas a ver de dónde provenía una densa humareda, y un olor a cenizas como si el incendio fuese en nuestros propios hogares.
Unos 45 días más tarde el impresionante fuego había sido sofocado al menos en un 90%.
Se trataba de nuestro vertedero Duquesa, ubicado en Santo Domingo Norte, y sus molestosos incendios afectan a la población del Gran Santo Domingo, además del daño que causa al medio ambiente. Es como si tuviéramos un volcán lanzando asfixiante humo.
Son de esos males que quisiéramos eliminar con un abrir y cerrar de ojos. En aquella ocasión nos recordó el eminente peligro que asecha y crece a diario.
En aquel entonces y, luego de muchas reuniones y entrevistas, logramos que se acataran algunas de nuestras sugerencias, principalmente utilizar la mina de caliche localizada en la parte norte del vertedero para recubrir las faldas de aquellas montañas imponentes de basura, evitando así el ingreso de oxígeno en la combustión ya existente.
La situación de Duquesa, que amenaza desde hace décadas a un Santo Domingo que se expande y lo rodea, demostró la falta de planificación y preparación en nuestro país para afrontar dichos retos del pasado.
En este 2022, quisiera poder decir que los tan anunciados cierres técnicos han sido realidad, o que la intervención lograda en aquel entonces sirvió para crear un consejo administrativo de Duquesa conformado por técnicos y personas con la experiencia de haber laborado y controlado el mismo durante muchos años, pero no es la realidad.
Nuevamente se ha impuesto la soberbia, la política, los complejos que alimentan el ego de cualquier extranjero que se presente con una opinión, avasallando, sin tomarse en cuenta al talento local.
Actualmente ya no ingresan a Duquesa las 4,000 toneladas métricas al día de 2020, pues hoy con la reactivación de la economía, con una racha consumista que nos hizo olvidar las importantes lecciones del encierro “menos es más”, mandamos a tirar a ese lugar unas 5,000 toneladas métricas diarias.
Esa es una cantidad exorbitante de residuos que son vertidos sin el menor de los criterios de gestión ambiental o procedimientos de control de lixiviados, gases, rutas o logística.
Ya empezamos a sentir los principales latigazos de esta carencia de criterio y las calles se ven con aglomeraciones importantes de fundas de residuos sólidos.
Observamos a la Alcaldía del Distrito Nacional dar un grito de alerta y de prevención de crisis especificando que por trabajos de reparación en las rutas de acceso al vertedero la recogida de basura se verá afectada.
Pero la realidad es otra, es el espejo de la mala planificación en la administración del sitio de disposición final.
Es altamente conocido que históricamente los meses de mucha lluvia en la zona que normalmente van desde mayo hasta finales de agosto, el fango y algunas zonas antes llamadas tiro 1, se hacen inaccesibles y requieren trabajos de preparación de dos tiros alternos como se hizo durante la gestión de la Lajun Corporation presidida por el Técnico Max Da Silva durante muchos años, evitando que se convirtiese inoperante el mismo.
Duquesa, que durante la transición a nuestro actual Gobierno quedó cubierto casi en su totalidad y cuyas rutas estaban en buen estado, debió en ese momento tener una continuidad de trabajos y finalmente preparar una celda inicial recubierta de una geomembrana que permitiese la correcta disposición de los residuos recogiendo en sí y canalizando sus lixiviados.
Ahora tenemos un Duquesa mucho más grande, la desesperación de sus directivos de agilizar el vertido de los residuos ha llevado a un desbordamiento hacia un área mayor a cuatro mil metros cuadrados en su cara suroeste, zona que colinda con una siembra de árboles de teca, y que obliga a mucho de sus camiones a entrar y salir por la avenida Presidente Antonio Guzmán, causando que dicha vía, que durante décadas permanecía en excelente estado visual y estructural, presente grandes fangos, residuos sólidos en ambas de sus márgenes y un tráfico predominante de los “Frankenstein” que trasladan los residuos la “planta de transferencia de Villa Agrícolas” hacia el sitio.
Claramente estamos ante el mayor reto de la presente administración y como población sometidos al miedo de que sucederá en los meses calientes venideros donde históricamente suceden los siniestros, (toquemos madera).
La solución de Duquesa no es recorrerlo haciendo reportajes del caos que trato de describir, no es pensar que un fideicomiso tendrá la solución para un mal que no comprenden y no han estudiado, no es dar una declaración hablando de un cierre técnico, ni culpar al pasado cuando todavía no hacemos nada para evitar el «deja vu» obligatorio.
Con un gobierno que se ha mostrado sensible ante la situación de manejo de los residuos sólidos y sus sitios de disposición final, debemos aunar esfuerzos y aportar ideas, que canalicen sus acciones y recursos y dejar a un lado los miramientos políticos.
Empezar por realizar los estudios a zonas aledañas a la circunvalación de Santo Domingo, que conecta con vías apropiadas cada punto de la geografía del Gran Santo Domingo, pero también tiene las extensiones de terreno necesarias para que de inmediato se empiece a preparar una zona no menos a los 1.5 millones de metros cuadrados que es lo requerido para tener un verdadero sitio de disposición final que nos perdure para los próximos 50 años, y que manejado de manera apropiada no constituya en el futuro una amenaza ambiental.
Dicha zona debería contemplar al menos tres grandes celdas con su debida membrana, tubos de extracción de gases y su aprovechamiento, canalización de lixiviados hacia una planta de tratamiento para los mismos, y a su entrada al menos dos líneas para una última selección de inorgánicos reciclables que generen flujo de caja para mantenimiento y crecimiento del proyecto, que eviten y reduzcan la cantidad de RSU dispuestos para sepultar.
Pero para que este proyecto tenga éxito deberá venir acompañado de una transformación de la logística actual de recorrido de los RSU, la construcción de plantas de aprovechamiento de residuos que ayuden a que lo transportado sea constituya en su mayoría de orgánicos.
El Distrito Nacional, por su geografía, debería contar al menos con tres de éstas, una que responda a la circunscripción 3, una que pudiese erguirse en algún terreno de la avenida Luperón y que pudiese servir para atender parte de los camiones que también operan en la zona de Herrera, Santo Domingo Oeste, y reforzar la actual que opera en Villas Agrícolas.
Santo Domingo Norte, por ser la más cercana, a la vía recomendada, pudiese posicionar una la avenida Jacobo Majluta, y compartir una con Santo Domingo Este, posicionada en el actual botadero de Cancino.
Para la Alcaldía de Santo Domingo Este, la cual ha brillado por los grandes escándalos en referencia a la inexistente gestión de residuos sólido se requiere posicionar al menos dos grandes plantas y evaluar seriamente la intervención de la Liga Municipal o técnicos externos que permitan la creación de un sistema de gestión de residuos sólidos eficiente y sostenible.
Estamos hablando de un proyecto de nación, hablamos de pactos que deben perdurar y obligatoriamente deberán ser manejados con alianzas público-privadas para que el sector empresarial, que ya se manifestó en los momentos de crisis del incendio, hagan sus valiosos aportes.
Prueba de esto fue la intervención de la constructora Rizek, cuyos accionistas de manera loable pusieron a disposición de la gestión pasada del Ministerio de Obras Publicas sus equipos y técnicos para lograr la eficiente transformación que por poco tiempo vivió Duquesa.
Quizás estas ideas parezcan alocadas, pero es que no puede existir solución eficiente de Duquesa que no termine con el traslado y cierre real de nuestro volcán activo.
Para el sitio actual es imperante la intervención real del mismo, ofrecer una rueda de prensa y anunciar la utilización de quince millones de pesos para habilitar el tránsito hacia y dentro del vertedero es sencillamente dilapidar fondos que luego serán necesitados. La gestión eficiente de las celdas de tiro, el recubrimiento de lo actual con una franja no menor a 60 centímetros de caliche y su compactado nos encamina a evitar una desgracia de incluso mayor magnitud a la vivida.
Se debe establecer con urgencia un área de contención dentro del vertedero que permita una zona alta que no se inunde mientras que una flotilla de equipos pesados pueda esparcir, compactar, y recubrir el desorden actual.
Este es un proyecto que solamente en el movimiento de tierra requerido y flujo de equipos pesados sobrepasaría los cien millones de pesos, monto que al menos garantizará la operatividad y el evitará los males que se aproximan.
Es momento de prestar atención a lo que está sucediendo, es momento de que el Gobierno entienda que las fundaciones y organizaciones extranjeras, por bien capacitadas y recomendadas, no pueden aplicar modelos externos por ser nuestro país un peculiar de gestión de residuos con casi ninguna comparación.
El vertedero en si es una empresa, y como tal y fue demostrado por la Lajun Corporation en su momento puedo autosostenerse económicamente. Si los ayuntamientos pagan su respectiva tarifa de vertido y se organiza una vez más el cobro de peajes por el retiro de materiales reciclables a las empresas que deseen utilizarlo de materia prima el sitio produciría mensualmente un excedente a los treinta millones de pesos, monto que ayudaría enormemente a las autoridades con su remediación.
Concluimos deseando la pronta conformación de una mesa directiva multisectorial funcional donde no se impongan las opiniones sin experiencia técnica, donde no se dialogue eternamente al vacío y se lancen declaraciones y planes inexistentes.
Es tiempo de HACER, es tiempo de cambiar.
El autor es ingeniero industrial, presidente de Rizek Vidal Recycler’s.»